Sana, sana colita de rana.
Levanten la mano los que han salido deprimidos después de ir a donar sangre a una institución pública. -No soy la única o ¡¿Sí?!
Desde que alcance el peso necesario para donar sangre siempre que me lo han pedido con gusto lo hago. Excepto cuando la donación es en una institución pública. Vamos si voy a donar sangre, pero no voy precisamente saltando cual caperucita roja en el bosque.
Sí no han donado sangre en una institución pública, les cuento rápidamente sobre el golpe emocional que este evento puede significar.
Como se imaginarán, lo primero que un banco de sangre tiene que hacer es asegurarse que la sangre sea segura; o sea no tiene bichitos malos. Así que, antes que gastar en pruebas y terminar rechazando a un posible donador. Las instituciones públicas te dan un cuestionario para estimar el riesgo de que tengas bichitos malos. – Dicho cuestionario se convierte en el testimonio escrito de que te has convertido en un humano serio y aburrido.
De entrada, te preguntan: en los últimos seis meses a cuantas fiestas has asistido donde hubo mucho alcohol. Muy orgullosa señale: cero. – ¡Claro! Ya no voy a fiestas con mucho alcohol porque ya solo voy a fiestas infantiles o primeras comuniones (muy serias). Estoy en esa etapa de la vida en que ya no hay bodas, ni despedidas de soltera, los divorcios no se festejan y los solteros que quedaban de mi generación ahora son señores con niños chiquitos.
Luego te preguntan por las “malas amistades”. Como una persona seria que soy, OBVIO no tengo contacto con malas influencias. Aquí entre nos, la neta es: mis amistades “de dudosa reputación” ya se enderezaron y ahora hasta manejan como viejitos.
Pero la gota que derramo el vaso y me casi me hunde en la depre fueron las preguntas sobre mi vida sexual.
Primera pregunta: ¿Ha tenido más de una pareja en los últimos seis meses? ¡¡Acabamos de salir de una pandemia!! Llevamos 2 años encerrados ¿De dónde voy a sacar un humano, sin salir de mi casa? Como diría mi abuelita – ¿Crees que van a venir a tocar a tu puerta? Ni que fueras Cenicienta.
Aquí voy a parafrasear para resumir las preguntas que siguieron y puedan entender mi sentir. Las preguntas son algo así: Ha tenido 2 o más parejas sexuales en el último año, ha tenido una pareja sumamente promiscua, ha recibido pago o pagado por sexo (en dinero o en especie, nota: la Forni-Card cuenta como medio de pago aceptable), cuantas posiciones del Kama Sutra ha practicado, le gustan las prácticas sexuales Kinky, prefiere piel, charol o látex, lo suyo son las cuerdas, cadenas o esposas, es usted el dominante o el sumiso y por último de 1 a 10 como califica su desempeño.
Les diría que las preguntas me escandalizaron, pero no. Lo que me golpeó duro fue que a todas las preguntas conteste con un rotundo y solido ¡NO! (Mi vida sexual es técnica, practica y teóricamente inexistente). Fue tan triste escucharme decir un “No” tras otro cuando me toco el interrogatorio con el médico de turno.
Nota: en los hospitales privados también te preguntan lo mismo, en persona, no hay cuestionario previo. Además, siempre me toca el médico joven con una actitud alivianada. Así que las preguntas suenan más a “vamos a conocernos, Señorita”.
– Me estoy convirtiendo en el cliché de la Tía soltera buena onda, que viaja, tiene su propia casa y citando a 50 Sombras de Grey, “I do Vanilla”.
– ¿Dónde quedo mi espíritu aventurero y arriesgado? Ni el Botox ha logrado disimular que mi juventud ya quedo atrás. ¡Y todo por culpa de la pandemia!
Para no hacerles el cuento largo, me aprobaron como donador. Orgullosamente les puedo confirmar que alguien va a recibir sangre de primera calidad llena glóbulos rojos cachetones y de anticuerpos super perros; por eso casi nunca me enfermo.
Unas semanas después de mi super contribución. Llego el 14 de febrero y como cada año, mi cita con el ginecólogo. – A mí me dijeron que el 14 de febrero debía tener una cita, nunca me especificaron con quien. Con la ventaja de ser el día que menos pacientes tiene el Doc.
Para sorpresa de mi Gine, llegué con chocolates y le di un gran abrazo. Después de todo era nuestro 20 aniversario. Tenía que festejar; sobre todo, después del trauma que me provocó el cuestionario. Él es el hombre con el que tengo la relación más larga y estable. Claro, Él asegura que la raíz de nuestro “éxito” es que solo nos vemos dos veces al año. Como sea, necesitaba una pequeña victoria y el Gine se lo tomó con humor.
Cuando le conté del episodio de la donación de sangre. ¡Me dio la razón! ¡¿De dónde voy a sacar una pareja en medio de una pandemia?! Luego me miro por encima de sus lentes y dijo: – Entonces cero parejas, ¿cierto? y anoto el numerito en mi expediente.
– A estas alturas, juro que tiene una página con una tablita especial para anotar mi récord criminal, separando nuevos de reciclados. Misma que sí se grafica obtendremos una curva que tiende al cero absoluto…por culpa de la pandemia.
Además, de anotar todo, otra cosa que se agradece es que siempre se toma todo el tiempo necesario para explicarme lo que aparece en la pantalla durante el examen. Tal vez lograría entender mejor lo que me describe sí no estuviera en posición de ranita. – Quien puede concentrarse en aprender algo en esa postura. Yo solo veo manchas negras y grises en la pantalla del ultrasonido.
De verdad que alguien debería de inventarse una mesa más cómoda o equipos más amigables con la mujer. Los exámenes pélvicos y el Papanicolau son importantes, pero tan incomodos. Ni mencionar las mamografías.
-¡Vamos voluntariamente a que nos hagan tortilla las bubíes y todavía le damos las gracias al técnico cuando termina el estudio!
Me puedo seguir como hilo de media con todo lo relacionado al Ginecología, pero prefiero dejar la conversación sobre la “belleza” del embarazo, parto y lactancia para otro día. Alguien tiene que desmitificar el romanticismo de esa etapa de la vida. Especialmente después de las fotos de la Gobernadora de Monterrey en el internet. ¡El 90% de las mujeres no llevan rímel al momento del parto!! Eso si todas debiéramos exigir un parto sin dolor, para que sufrir si la ciencia ya se inventó una solución.
De regreso a mi cita con el Gineco. Esta vez tuvimos una conversación muy seria derivada sobre mi potencial fábrica de niños, la cual está definitivamente fuera de funcionamiento. Siempre pensé que la noticia me haría feliz. Mi plan era deslizarme lentamente a la vida del adulto mayor igualito que Jane Fonda o Cher. Sin embargo, entre en pánico. La considerable inversión que es el contenido de mi closet está en peligro.
Justo ahora que finalmente alcance la menopausia, tengo el peso perfecto y me gusta mi cuerpo como está. Resulta que a mi cuerpo (por su genética) le puede dar por acumular grasa para prepararse para la vejez. ¡Estúpida biología!
Esta es una crisis potencialmente seria, de un alcance sin precedentes. Cualquier incremento en las medidas de mi cuerpo significa que no entrare en mi ropa. – A mí me gusta mi ropa. Me tarde tanto en encontrar las faldas perfectas, que no me hacen ver como cortina de ventanita. ¡Me niego categóricamente a dejarlas ir!
Ahora resulta que tengo que monitorear mi presión sanguínea, voy a desarrollar resistencia a la insulina, mis huesitos ya no van a fijar el calcio igual y necesito un cardiólogo. Ya que la protección que me proporcionaban los estrógenos en estos rubros simplemente va a desaparecer.
– Sí, me tire al piso mal plan. ¿Que esperaban? Todavía estaba fresco el trauma del cuestionario. Me vi sin vida sexual, con las bubies como si fueran calcetín con canica y sin cintura. Vestida con poliéster en tallas extra extragrandes de fast fashion.
Afortunadamente el Gineco sabe leer mi cara. Con toda la paciencia que le caracteriza me explico que es un proceso gradual y que hay un montón de medidas preventivas que podemos tomar. Primero no puedo dejar el ejercicio, segundo el monitoreo periódico y constante de mi glucosa, tercero monitorear periódicamente mis hormonas (todas, incluida la vitamina D) para poder entablarme según sea necesario.
Eso si del cardiólogo no me salvo. Hora de buscar al nuevo miembro del equipo de médicos que se encargará de ayudarme a mantenerme en condiciones de seguir siendo donadora de sangre porque de órganos, nel. Me voy como llegue ¡o sea completa! Fin de la discusión.
Por si fuera poco, me prometió que cuando pase la tormenta hormonal y mis bubies se caigan. Sí todo esta correcto me va a dar luz verde para que el cirujano plástico las devuelva a su estado juvenil. – ¡Yei! Llevo media vida ahorrando para que vuelvan a su estado original y ya entrada en gastos que me retoque lo necesario.
Ya más tranquilita y con un plan de acción. Hizo la correspondiente receta y, por último, me recomendó tomar un crucero por el mediterráneo para conseguir novio europeo que entienda mi forma de pensar y vivir. -Amo a mi Gineco, realmente se preocupa por mí.
Esto de ser mujer y mantenerse clínicamente sana -con vida sexual o sin ella- es tan complicado. No obstante, el sacrificio vale la pena con tal seguir manteniendo mi closet cada vez más lejos del poliéster y más cercano a los diseñadores.
Nota: donar sangre es un asunto serio, así que hay que contestar con honestidad las preguntas.
Nota2: no soy donadora de órganos, pero tampoco voy a aceptar un órgano de un muerto. Tengo mis fobias.