FRIDA KAHLO, UN ICONO DEL SIGLO XX
El 6 de julio de 1907 nació en México Frida Kahlo, una mujer cuya vida estuvo marcada por un terrible accidente que le dejó graves secuelas físicas, pero también por su amor por la vida, por el arte, las tradiciones de su país, la política y por la tormentosa relación que mantuvo con su marido, el pintor Diego Rivera
Frida Kahlo, mujer de característica figura y peculiar mirada, cuyo nombre evoca imágenes del surrealismo mexicano –aunque ella siempre lo negara–, nació el 6 de julio de 1907 en el seno de una familia de artistas en la que nadie podía imaginar que Frida acabaría convirtiéndose en una de las pintoras famosas de la historia y un referente social y cultural de México y fuera de sus fronteras.
UN ACCIDENTE QUE LE CAMBIÓ LA VIDA
Hasta los 18 años, Frida, no mostró interés alguno por el mundo del arte. De hecho, estaba más interesada en practicar algún deporte que le devolviera la salud tras la grave poliomielitis que sufrió de pequeña. Esta enfermedad la obligó a permanecer nueve meses en cama y le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda.
Para empeorar las cosas, el 17 de septiembre de 1925 Frida sufrió un gravísimo accidente: el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía, quedando aplastado contra un muro y completamente destruido. Las consecuencias fueron terribles para ella: su columna vertebral quedó fracturada en tres partes, sufrió además roturas en dos costillas, en la clavícula y tres en el hueso pélvico. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho se dislocó, su hombro izquierdo se descoyuntó y un pasamanos la atravesó por la cadera izquierda hasta salir por la vagina. Esta desgracia la marcaría de por vida y sería algo que posteriormente reflejaría en sus cuadros. Frida estuvo sin poder caminar durante tres meses y sufrió treinta y dos operaciones. Pero ello no le impidió pintar: un caballete especial le facilitaba el poder pintar estando en la cama y un espejo colocado en la parte superior le permitía verse a sí misma. Los primeros cuadros que pintó fueron autorretratos, ya que, según decía,
«me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco».
Frida Kahlo
Influida por las ideas del nacionalismo revolucionario de su país, Frida vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con cintas de colores, y collares y pendientes de estilo precolombino. Así la encontramos en Autorretrato como Tehuana, de 1943, donde se representa como mexicana «auténtica» y acentúa sus rasgos mestizos (tenía sangre española, india y alemana), o en el Autorretrato con monos, del mismo año, en el que su figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de animales.
POLÍTICA Y AMOR
En 1927, su pintura se volvió más compleja y Frida reflejó en ella el choque entre sus ansias de felicidad y la constante amenaza de su propia destrucción, a la vez que plasmaba la dicotomía entre sus sueños (de amor, de hijos) y la realidad (dolor e impotencia). Por entonces, Frida empezó a frecuentar ambientes políticos, artísticos e intelectuales. A través de Germán de Campo, un dirigente estudiantil muy admirado por ella, conoció al comunista cubano Julio Antonio Mella que vivía exiliado en México con su pareja de origen italiano, la fotógrafa Tina Modotti. Frida y Tina se hicieron amigas y esta última empezó a llevar a Frida a reuniones políticas del Partido Comunista de México en el que su futuro marido, el pintor Diego Rivera, militaba desde 1922.
Frida visitó a Rivera en su taller mientras este trabajaba en una serie de murales para el edificio de la Secretaría de Educación Pública. Ella quería mostrarle sus propios trabajos y Rivera quedó realmente impresionado con sus cuadros, animándola y la animó a seguir pintando.
La artista contrajo matrimonio con Diego Rivera el 21 de agosto de 1929. Frida y Diego empezaron a celebrar grandes fiestas en su casa de Coyoacán, donde alojaron a personajes famosos que huían de los conflictos políticos de sus países. André Bretón o León Trotsky asistieron a estos eventos, y Frida aprovechó para entablar algo más que una amistad con el político y revolucionario ruso. La relación entre Frida Kahlo y Diego Rivera fue tormentosa. En ella hubo amor, aventuras con otras personas, un vínculo creativo, odio, un divorcio en 1939 y un segundo matrimonio un año después. Aunque Frida Kahlo al parecer era polígama y bisexual, las infidelidades de su promiscuo marido hicieron de las peleas entre ellos algo cotidiano.
DOLOR Y SUFRIMIENTO
Pero las desgracias para Frida estaban lejos de terminar. En 1930 tuvo un primer aborto a causa a las lesiones en la pelvis, sufridas en el accidente de autobús, y en 1932 cayó en una profunda depresión de la que ya no se pudo librar tras sufrir un segundo aborto. Este dolor y tristeza constantes los plasmó en una de sus obras: Hospital Henry Ford. También tuvo que enfrentarse al lío amoroso que su marido tuvo con su propia hermana, Cristina.
En 1953 sufrió un golpe del que ya no se recuperaría: tuvieron que amputarle la pierna por debajo de la rodilla debido a una gangrena. Esto la sumió en una gran depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones, utilizando para ello los opiáceos que le habían prescrito. Durante ese tiempo, Frida escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionados con el dolor y el sufrimiento. El 19 de abril de 1954 ingresó en el Hospital Inglés tras otro intento de suicidio y, aunque escribió en su diario que no volvería a recaer, el 6 de mayo tuvo que ser hospitalizada de nuevo por el mismo motivo.
Poco antes de su muerte Frida afirmó: «Cuando muera quemen mi cuerpo. No quiero ser enterrada. He pasado mucho tiempo acostada ¡Simplemente quémenlo!». La lluvia despidió el 13 de julio de 1954 a Frida Kahlo, que para su entierro había sido vestida con un traje típico mexicano y con la mano derecha colocada sobre su pecho. Su cuerpo fue introducido lentamente en el horno crematorio y sus cenizas fueron conservadas en la Casa Azul de Coyoacán, lugar que también la vio nacer. Su último cuadro se exhibe en el Museo Frida Kahlo. Se trata de un óleo que muestra varios cortes de sandía en tonos muy vivos. En uno de estos trozos y junto a su firma se puede leer: «Viva la vida. Coyoacán, 1954, México».
«Cuando muera quemen mi cuerpo. No quiero ser enterrada. He pasado mucho tiempo acostada ¡Simplemente quémenlo!», manifestó Frida poco antes de su muerte
Al igual que Dalí, Kahlo creó su propio personaje con su forma de vestir y arreglarse, con vestimentas y abalorios indígenas, con su negativa a depilarse cejas y bigote y su pasión por la cerveza. Frida alcanzó la categoría de mito gracias a las fotografías que le hizo el fotógrafo estadounidense de origen húngaro Nickolas Muray entre 1937 y 1946, uno de los primeros en introducir la fotografía en color en Estados Unidos. Su pasión por la vida y sus ansias de libertad, minadas por sus graves problemas físicos, se resumen en estas palabras de la propia Frida:
«Pies para que los quiero si tengo alas pa’ volar».
Fuente: NATGEO