¿DISTE GRACIAS? Las enseñanzas de esta sencilla palabra.
Dar gracias, además de un gesto de reconocimiento hacia quien nos ha apoyado en algo o con algo, implica un momento en que reconocemos que no somos perfectos. Que para llegar a donde estoy, necesité de alguien más.
GRACIAS
Al agradecer, además de reconocer que alguien tuvo un gesto que te permitió avanzar en algo, estas admitiendo que tienes áreas de oportunidad que debes atender.
Siempre hemos pensado en que pedir perdón es un acto rutinario, una “señal de buena educación”. Sin embargo, este sencillo gesto va mucho más lejos que ese reconocimiento implícito, si lo vemos con detenimiento.
Es una sencilla palabra, pero que tiene gran impacto en nosotros, quienes la decimos, pero también en aquellos a quienes agradecemos. Para nosotros es casi siempre una palabra y un acto que pasa desapercibido. Para quien la recibe, es muy probable que tenga un impacto mucho más grande del que nos imaginamos.
¿Has olvidado alguna vez decir gracias? El impacto que tiene en la persona recibir el agradecimiento es la mitad del que tiene no recibirlo. Quien no recibe un “gracias” sincero, espontáneo, de alguien a quien voluntariamente apoyó de alguna forma, generalmente se queda callado, pero el impacto perdura durante mucho tiempo. Tanto, que es probable que, si volvieses a requerir ayuda, esa persona lo pensaría dos veces e incluso te ignoraría.
Dar gracias, es una aceptación de que tenemos espacio para crecer.
Al decirla, estamos reconociendo que tenemos una deficiencia, una “falta de” algo, que debemos de subsanar. Solo que, en muy contadas ocasiones, nos hemos puesto a pensar en todas esas ocasiones en que hoy, hemos tenido que agradecer el apoyo de alguien.
Y esto es muy importante. Es una auto evaluación que podemos llevar a cabo diariamente, para poder seguir creciendo, si detectamos esas áreas de oportunidad que todos, si, todos tenemos.
Dar gracias, implica que tuvimos contacto y logramos mover a otros con nuestras palabras y acciones.
Haber logrado que alguien intervenga en nuestro favor, ya sea con una palabra, con una acción, con un consejo o reconocimiento, es una señal de que no estamos pasando desapercibidos en nuestro entorno. Alguien notó que estábamos ahí, que hicimos o dijimos algo, que valió la pena su atención.
Además de ser un motivo de cierto placer, es un motivo para reconocer cierta responsabilidad. Lograr que una persona o un grupo se muevan en determinada dirección, que se muevan a la acción, que reaccionen ante una sugerencia, una indicación, y que lo hagan porque quieren hacerlo, no por seguir una orden, es una responsabilidad fuerte. Agradecer que nos tomen en cuenta, que confíen en nosotros tanto como para seguirnos, es algo que debemos agradecer. Pocos lo hacen.
Dar gracias, es un acto que nos permite expresar nuestra humildad ante otros.
Quizá esto es algo de lo más importante. Decir gracias, es inclinarnos ante alguien, probablemente menor en estatus social, edad, nivel educativo y decirle: sin tu ayuda, no hubiera podido hacer lo que buscaba, ¡gracias por tu apoyo!
Te invito a que, de vez en cuando, pero tan seguido como te sea posible, te detengas para analizar esas ocasiones en que has tenido que agradecer más de una vez por algo…
- Si haz necesitado más de una vez que alguien te ayude a encontrar esa palabra adecuada para lo que quieres decir, es señal de que necesitas incrementar tu vocabulario. Las redes sociales no han sido suficientes. Un buen libro, películas con temas interesantes, convivencia con personas con un nivel de cultura superior al nuestro, son buenos “remedios” para esto.
- Si alguien ha venido en tu auxilio por problemas con la computadora, porque no sabías algo sobre Word, Excel o Power Point, o cualquiera de las aplicaciones relevantes para llevar a cabo tu trabajo diario, quizá sea momento de tomar un curso de actualización en esos temas. La tecnología avanza y debemos de seguir su ritmo, no el nuestro.
- Si te saliste de tus casillas y alguien tuvo que venir a tranquilizarte, es momento de buscar ayuda, quizá con un sicólogo. Quien lo hace repetitivamente, sabe perfectamente que requiere ayuda. Hay que hacerlo. Es menos difícil y menos caro que andar rompiendo amistades, negocios y corazones por el mundo. Además, te puede brindar mucha satisfacción. Solo se cuidadoso/ cuidadosa, con el terapeuta que seleccionas. Un título de licenciado, no es suficiente para sanar personas.
- Si te saliste de presupuesto y alguien te tuvo que apoyar económicamente, es momento de recortar tus gastos y vivir en tu realidad, sin máscaras. Quizá ya te sucedió y aprendiste la lección. El gastar más que tus posibilidades, solo trae problemas que pueden llevarte a perder todo lo que con tanto tiempo has logrado. Es mejor, además de decir “gracias” a quien te apoyó, pedirle ayuda para corregir tu rumbo. No solo hay que dejar de gastar, hay que aprender a hacerlo.
- Si fuiste demasiado rudo con alguien, llegando a la ofensa y te perdonó, hay que agradecer, solo que también es momento de analizar tus temores, tus traumas, tus demonios, para evitar futuros enfrentamientos con amigos, colegas, familia, extraños. No hay nada más despreciable, que alguien que va por la vida ofendiendo a otros, para luego volver y disculparse, y agradecer el perdón, solo para volver a repetir sus ofensas tiempo después. TODOS tenemos algo que debemos de corregir, solo que la ofensa a nuestros semejantes, denota un problema interno MUY serio y que requiere de atención inmediata. Ve con un especialista. Que te den terapia o medicamento, dependiendo de tu situación. Pero atiéndete. Mucha gente ofende porque no cuenta con suficiente información, educación, paciencia para vivir el mundo que le tocó vivir. Está muy bien decir gracias por perdonarme. Pero solo una vez.
No desaproveches las lecciones que esta importante, sencilla y a veces menospreciada palabra, nos brinda… cuando nos permitimos pensar en ella.
Gracias, en serio gracias por leerme. También agradeceré tus comentarios aquí abajo y, si gustas, que compartas con tus contactos.
JL