La Llorona: 2 historias, la misma tradición
Ya es una tradición que en día de muertos se escuche la emblemática y bella canción “La Llorona” y muchos la asociamos con la leyenda prehispánica Mexica, sin embargo esto es impreciso, ya que se tratan de dos historias independientes que el tiempo y la gente invariablemente las relaciona de manera un tanto equivocada, ya que la obra musical nace en el seno Zapoteca del Istmo de Tehuantepec y evoca una historia de amor por demás triste, pero que nada tiene que ver con la leyenda prehispánica adoptada por los colonizadores españoles y que sigue tan vigente en el centro del país como en aquellos días de la antigua Tenochtitlán.
LA LLORONA, el hermoso son istmeño que abraza una historia trágica de amor
Canción Zapoteca “Llorona” Escrita y nacida en la comunidad zapoteca del istmo de Tehuantepec, Oaxaca.
Cuenta la historia que un joven de Tehuantepec fue a una fiesta en la comunidad vecina llamada Juchitán y ahí conoció a una chica tan hermosa que salía de la iglesia vistiendo el famoso traje regional istmeño llamado huipil.
Por un tiempo se esforzó para conquistar a la joven y después consiguió la aprobación de los padres y casarse con ella. Pero los vientos de la revolución soplaron en Oaxaca (1911/1912) y antes de irse a la guerra, le dijo algo como esto:
“Recuerdo el día que fuimos al río y las flores del campo parecían llorar Contigo las nubes de mi cielo no son nada, incluso el solo compite con tu sonrisa. La guerra me está llamando por que La Paz de nuestro país ha sido robada. “Volveré a ti y por nuestra futura familia nunca dejaré de amarte en esta vida y en la muerte”.
Finalmente, el día de partir llegó y cuando él se despedía de ella, el llanto corrió por sus ojos y los suspiros de dolor invadían el rostro de su amada. Mientras hablaba con ella le tomaba ambas manos al mismo tiempo que la limpiaba con las suyas, las lágrimas que caían por las mejillas de su esposa y entonces la llamo “llorona” porque ella no paraba de llorar sabiendo que quizá, no volvería a ver a su esposo.
Besos y promesas volaron por el aire y el juro que volvería por ella de la vida y la muerte con impunidad total. Ella también prometió esperarlo sin importar lo que sucediera. Muchas personas de la época conocían a la pareja y se consternaron por ellos. El joven se fue a la guerra, pero nunca regresó. Tiempo después un amigo mutuo regresó al pueblo y le mencionó:
“Tu esposo fue alcanzado por las balas y las heridas eran tan terribles que fue imposible salvarlo”. Pero mientras agonizaba me pidió que te dijera que siempre te amara y que por favor lo perdones. Te entrego una carta que me dio para ti.
Extractos de esa carta decían algo como esto:
Salías del templo un día llorona, cuando al pasar yo te vi, hermoso huipil llevabas llorona que la Virgen te creí, en el cielo nace el sol mi llorona y en el mar nace la luna y en mi corazón nace llorona quererte como ninguna. Aunque me cueste la vida llorona No dejare de quererte, Ay de mi llorona, Llorona tú eres mi xhunca, Me pedirán dejar de quererte llorona, Pero dejar quererte nunca, No creas que por que te canto llorona tengo el corazón alegre, También de dolor se canta llorona Cuando llorar no se puede. No llores prenda querida Te esperare en el horizonte cada madrugada.
Está por más decir, ella lloraba todo el tiempo por esa carta y nunca volvió a casarse por que esperaba reunirse con su amado en el paraíso y cumplir con su promesa. El bebé de ellos nació una semana después de la noticia y cada 30 de octubre cenaban juntos. Una esposa y un hijo en la tierra de los vivos y un esposo del reino de los muertos, hasta que la gran águila los junto nuevamente.
El tiempo pasó y la historia fue escrita como una canción flolklorica local y ha sobrevivido todo este tiempo.
Fuente: NSS Oaxaca
La Llorona (Cihuacóatl), verdadera leyenda Mexica
En el México colonial y aún en estos días, la leyenda de la Llorona es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestida de blanco, llamando con aterradores y fuertes lamentos a sus hijos.
Sin duda una de las leyendas con más fuerza que hay en México es La Llorona, como tal surge en la época de la Colonia.
Sus antecedentes son mucho más antiguos y pierden en los mitos prehispánicos que se fundan en diversas diosas como Cihuacóatl, Coatlicue o Tonantzin.
Sexto presagio funesto:
Muchas veces se oía, una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos:
– ¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!
Y a veces decía:
– ¡Hijitos míos!, ¿a dónde los llevaré?
Antecedentes de La Llorona
Cihuacóatl empezó a aparecer en el lago de Texcoco alrededor del año 1500. Los sacerdotes en astrología interpretaron su presencia como una premonición de los próximos sucesos que le sucederían a los mexicas.
La muerte, la guerra y la esclavitud, Moctezuma temía lo peor. Los sacerdotes decían que Cihuacóatl había salido de lo más profundo de las aguas y bajado de la montaña para prevenir de la suerte que correrían los mexicas.
Subían siempre a lo alto del templo y podrían ver hacia el oriente una silueta blanca, con el cabello peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cuernos, arrastrando y flotando una cauda de tela tan vaporosa que se le ondulaba con el viento y con su clásico desgarrador grito:
“¡Ay mis hiiijooooooosss! ¿Dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?”
La Llorona Después de la conquista
El sacerdote Fray Bernardino de Sahagún, interpretó después de la conquista esta leyenda como una advertencia por la pronta destrucción del imperio mexica: aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a los habitantes de la gran Tenochtotlán era la misma Cihuacóatl anunciándole a Moctezuma de la destrucción del imperio:
Hombres extraños y más sabios y más antiguos que nosotros vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo, y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos.
¿Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre? – preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad.
Así lo dicen las predicciones, por eso la Cihuacoátl vaga por el Anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto al Imperio.
Aquellos hombres de Oriente eran los españoles dirigidos por Hernán Cortés, y sometida la gran Tenochtitlán y con la caída de todos los pueblos, sufrieron las atrocidades de los invasores. Epidemias, hombres asesinados, mujeres violadas, y sus dioses olvidados… a excepción de Cihuacóatl (La Llorona).
De esta forma se inicia la leyenda. Se dice que, al sonido de las campanas de la media noche, una mujer vestida de blanco y con la faz cubierta por un velo se aproxima por el oeste. Recorriendo las calles. Unos dicen que flota; otros que no tiene rostro y unos más que el grito desgarrador es similar al de una ambulancia.
Cihuacóatl muestra tres aspectos característicos:
- Los gritos y lamentos por la noche.
- La presencia del agua, pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-.
- Y ser la patrona de las cihuateteo que de noche vocean y braman en el aire. Estas son las mujeres muertas en parto, que bajan a la tierra en ciertos días dedicados a ellas en el calendario, a espantar en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños.