Ni influencer, ni modelo de pasarela…

Yo quiero ser una chica Almodovar exactamente como lo describe Joaquín Sabina…pasar de todo y no pasar de moda…tener en cada puerto un amante distinto

Ya cumplimos 365 días de cuarentena. Una cuarentena que ya rebaso los cuarenta días reglamentarios y que se ha sentido cual cuarentena post parto. Así es señores, si un día se preguntaron o sintieron curiosidad de cómo vivimos las mujeres la cuarentena post parto.

Pues igualito que esta cuarentena. Primero muy relajado y lindo pues tienes un hermoso bebé (al menos eso pensamos todas las madres) aunque son días complicados de adaptarse a una nueva rutina. 20 días después ya no te quitas el pijama y la nueva rutina sigue siendo complicada. A los 30 días te miras al espejo tu cabello ha crecido como hiedra y solo quieres volver a la normalidad (lo que sea que eso signifique) y los últimos 10 días pasan lentos muy lentos se sienten como 100 años.

Durante este periodo de pandemia he tenido como muchos que hacer home office así que no he tenido que desplazarme por la ciudad.  Por lo que me ha “sobrado” tiempo para andar de metiche en YouTube y en Instagram. Durante esta aventura en las redes sociales mirando a ver que hay, descubrí a los influencers. Por favor no se rían de mí. Digamos que soy apenas un poco más grande que los millenials. Admito abiertamente, normalmente solo uso las redes sociales para ver las noticias en Twitter y mirar Facebook.

Regresando al tema. Ya sabía que existen los influencers. Solo que en mi cabeza influencer es igual a las Kardashians con sus mil negocios en las redes sociales. También había escuchado de un buen de chamacos que buscaban la fama a través de las redes como forma de vida. Durante mi surfear en las redes intentando aprender que hace un influencer me encontré personajes que se toman muy en serio el probar productos, los que promueven rutinas de ejercicio, profesionales que suben contenido para promocionar sus negocios/servicios, profesionales dedicados a desmentir los “trucos” de tik tok, los que solo postean su vida y los que solo ponen tonterías -que ni simpáticas me parecieron…perdonen ustedes, pero ya soy un adulto.

Algo que me pareció muy interesante es que hay marcas que patrocinan a estos profesionales de las redes, para que ellos promocionen sus productos. Igual que se hacía antes con comerciales en la televisión -o sea la publicidad solo se cambió de medio –. Desde mi punto de vista, la ventaja de esta estrategia es que se ahorran toda la producción y gasto de producir un comercial. Solo mandan el producto al influencer y este le habla del producto a todos sus “followers”, algunos si reciben pago y otros solo el producto gratis.

En el lado obscuro de este tipo de promoción. Me encontré quejas de negocios sobre gente que se dice Influencer y que los llaman para pedir todo gratis a cambio de una foto mediocre en las redes sociales de estas personas. Piden ropa, cenas y hasta hospedaje gratis. Cuando les dicen que no, se molestan y hasta amenazan con hacer críticas negativas hacia los negocios.

Lo mejor de todo tengo que admitirlo son los memes que se hacen de estos personajes. El que me parecen más divertido (me rio cada vez que me lo veo, si así de simplona soy) es uno dice que en un apocalipsis Zombie nadie va a decir salven al influencer, jajaja

También encontré comentarios que dicen que gracias a dios mi generación no está llena de influencers y niños de cristal porque tenemos médicos y profesionales capaces de hacer frente a la pandemia.  Y es que casi todos los “influencers”; con excepción de las Kardashian y algunos médicos, son gente muy joven. Puro chamaquito diría mi abuelita.  

Esto me llevo a recordar mi adolescencia que sucedió en la época dorada de las supermodelos. Estas mujeres hermosas de tallas normales que salían en todas las revistas, vestidas fabulosamente – claro con esas caras y esos cuerpos hasta envueltas en una sábana se veían increíbles -Hay fotos que prueban mi punto.  En esa época me gustaba mirar las revistas, los desfiles de moda y soñaba con ser modelo para poder usar toda esa hermosa ropa con accesorios increíbles. Como todo adolescente mi idea de la profesión era lo que veía en los medios impresos y no tenía idea de todo el trabajo (dietas, ejercicios, tratamientos y largas horas posando) que hay detrás de esta profesión. Mucho menos estaba consciente del retoque de las fotos. Para mí todo se reducía a ponerme la ropa y lucir fantástica, jajaja ¡Bendita adolescencia, todo se ve tan fácil que te quieres comer al mundo de postre!

Afortunadamente para mí, mi abuelita me explico que con todo y hermosa carita, mi mini tamaño estaba fuera del estándar para ser una modelo de pasarela. En una sola frase mi abue piso mi ilusión y la dejo hecha polvo. ¡Maldita cucharada de realidad! Sin embargo, ella continuo -con su modo de hablar algo rudo- Estudia mucho para que seas una profesionista que puede pagar esos vestidos. Mira si trabajas mucho podrás usar esos vestidos hechos a tu medida (talla pollypocket, por cierto) y serán tuyos. A ellas solo les prestan los vestidos para el desfile y las revistas, la ropa no se la pueden quedar. ¡No se quedan la ropa!! Oh, Dios ¡NO!

¡Bendita cucharada de realidad! Y así termino mi carrera de modelo de pasarela antes de siquiera iniciar.

Con este recuerdo en mente siento algo de simpatía por los jóvenes que pretenden hacer una carrera en las redes sociales. Los entiendo, en las redes todo se ve tan fácil y lindo, igual que en las revistas. Solo espero que estos jóvenes tengan una abuelita como la mía que los ubique en la realidad del mundo. Porque llegar a ser un influencer respetable requiere mucho trabajo y tener un trabajo de verdad para aguantar a que llegue el éxito en las redes, sí llega. -También miré entrevistas a los influencers.

Hoy a mis cuarenta sé que mi abuela tenía razón, ni siquiera retrato bien. Pero con mi trabajo estoy más cerca de poder pagar un traje Chanel, que en mi adolescencia. Aunque siendo honesta a estas alturas de mi vida no se sí quiero pagar el traje o unas vacaciones a Balí.

Además, es una realidad, la humanidad necesita de ingenieros, médicos y hasta de diseñadores gráficos para seguir avanzando. Así que chamacos, si quieren ser famosos en las redes échenle ganas a la escuela. Hay que tener un plan B en caso de que el Plan A falle.

Sin embargo, el día de hoy, de lo que si estoy segura es que me encantaría ser una Chica Almodovar – y no parar de viajar del invierno al verano, de Madrid a New York

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Su formación profesional es en el área de las ciencias para la salud. Con 4 décadas de vida es una ciudadana más del planeta, irreverente, sin filtro boca cerebro y opinóloga profesional. Que nos comparte sus ideas.

3 Comments

  • Rene
    3 años ago

    Quien no soñó con tener fama y riquezas en su adolescencia probablemente mienta; las revistas de antaño nos mostraban eso y lo anhelábamos. Las redes sociales lo muestran de igual forma a las nuevas generaciones, pero con un elemento adicional: las nuevas celebridades ya no se promueven como inalcanzables sino como ‘identificables’ (relatable). Y como con las Supermodelos, siempre tendremos historias de éxito, de fracaso y de quienes se quedaron en el camino, pero el mensaje que aquí se muestra parece resistir la prueba del tiempo: prepararnos por si la vida no sale como nosotros deseábamos cuando jóvenes.

  • Rox Rox
    3 años ago

    Muy correcto mi Sofi Caz

  • Sandy
    3 años ago

    Me encanto tu columna!

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