La bendición de ser un hereje

A mi abuelita le encantaba llamarnos “HEREJES” porque a mí no me gustaba ir a misa y mi hermano prácticamente era alérgico al agua bendita. – OK! No era alérgico, alérgico. Pero un día le salieron muchos granitos en las zonas donde le cayó la dichosa agua.

Seamos realistas por más bendiciones y danzas que le hagan al agua eso no mata los bichos, ni limpia la mugre que trae de la tubería y de verdad no creo que laven muy bien las cositas que usan para esparcirla. El caso es que mi hermano sufrió de un rash en los brazos y el pecho después de que mi abuelita nos obligara a ir a misa por ser semana santa. Justo en el área donde le cayó la dichosa agua.

– Aunque ustedes nos vean muy rudos somos de piel delicada y cualquier cosa nos provoca ronchitas-

Casi siempre podíamos librarnos de ir a misa; excepto en bodas, quince años y bautizos ya que en mi casa la regla era “sí quieres ir a la fiesta tienes que ir al rito”, en semana santa nos tocaba, porque nos tocaba. En los últimos años de mi Abue íbamos a la misa de las plantitas (creo que les dicen domingo de ramos).

Cuando éramos pequeños solo íbamos a la misa del día antes de destapar las imágenes porque mi abuelita tenia una fijación sobre el robo de niños y ese día no había mucha gente.  En su cabecita corríamos riesgo de que entre la multitud nos robaran (tal vez porque cuando nació por allá de los 1920’s en provincia los gitanos se robaban niños -ella contaba-) según ella estábamos muy lindos y simpáticos lo que aumentaba la probabilidad.

– ¡Que esperaban, era mi abuelita! Nos veía perfectos tal como éramos –

Conforme pasó el tiempo, nosotros crecíamos y ella se encogía, así que empezamos a ir a la misa de las plantitas. Pero ahora íbamos, en calidad de guardaespaldas de mi Abue.  -Siempre bajo protesta y con la advertencia de que podíamos arder en llamas durante la misa. -Obviamente mi Abue no creía que arderíamos en llamas, pero tuvo sus reservas desde el día que había humo blanco saliendo de la espalda de mi hermano.

Resulta que – como siempre- nos hicimos locos para ir a la misa hasta que mi Abue casi nos saco a palos de la casa renegando de que éramos un par de herejes. Como llegamos tarde, nos tocó casi a la entrada de la iglesia que estaba abarrotada a más no poder. Estábamos allí parados como guaruras cuidando a mi Abue con sus plantitas, cuando prendieron los incenciarios (pasando la puerta de la iglesia) justo detrás de mi hermano, que estaba en el quicio.

De pronto mi hermano estira la mano para tocar el hombro de mi abuelita y ambas volteamos al mismo tiempo. Para escuchar a mi hermano decir. – Te dije que esto iba a suceder-

Los ojos de mi Abue se abrieron como platos al ver a mi hermano en su camiseta metalera con un montón de humo saliendo de su espalda.  Solo para que segundos después se abriera la genta para dejar pasar los incenciarios y mi Abue nos soltara un sape a cada uno por chistosos.

Todo el camino de regreso mi hermano y yo no reímos hasta llorar (literalmente), por lo que nos hicimos acreedores a dos sapes desde el asiento trasero. Sin mencionar la regañada que nos tuvimos que soplar por herejes, toda la tarde.

No es por justificarme, pero desde nunca me ha gustado la religión. Cuando tenia como 4 años y teníamos que ir a misa con mi Abue Sofí cada domingo. Lo único bueno eran las golosinas que vendían fuera de la iglesia. Razón más que suficiente para ir a misa con el resto de la familia.

Entonces solía preguntarle a Sofí -con mi pequeña y melodiosa voz a todo pulmón- a que se refería el padre durante el sermón. Bueno a veces (muchas veces) le decía “la semana pasada dijo lo contrario”. Lo que me valió “el castigo” de no ir a misa, pero las gorditas de pan de fuera de la iglesia siguieron llegando a mi pancita puntuales. – Siempre fui una consentida de mis abuelas-

Con el tiempo en la escuela me enseñaron historia y descubrí muchos aspectos e inconsistencias de la religión que no me gustaron. Así que me declaré “Atea” hasta que leí sobre el hinduismo y sus leyendas fantásticas. Luego aprendí sobre la historia de las brujas en el mundo, de la inquisición y de las brujas de Salem y cambié de opinión.

Me convertí oficialmente a la herejía a los 10 años, según mi abuelita. Jajaja

Pero igual hice mi primera comunión porque me prometieron el vestido que yo quisiera y zapatos con tacón. Me sentía modelo de pasarela con zapatos con tacón de verdad, eran de piel y no de plástico como mis zapatillas rosas de “Mi Alegría”.

A mi hermano le pasó algo parecido, la lógica no le daba para entender los mitos y los ritos. Sin embargo, durante la temporada de “Testigos de Jehová” – cada año entre marzo y mayo iban a tocar cada puerta de la colonia- leía la biblia con el único fin de hacer renegar a estos individuos.

Me acuerdo que cuando tocaban, nos encantaba bajar a responder la puerta con la biblia de mi abuelita en mano. Mi hermano solía escuchar atentamente lo que le decían y luego preguntaba calmado, con cara muy seria.

¿Cuál es tu fuente?

Muy concentrado buscaba en la biblia para contradecirlos. – Las referencias confiables lo son todo y la biblia es una referencia universalmente aceptada-

Los empezaba a bombardear con preguntas y respondía a sus preguntas con el libro en mano. Preguntaba y preguntaba hasta que los individuos estaban al borde de la desesperación. Sonreía y les decía.

Cuando puedas responder a mis preguntas regresa.

Cerraba la puerta con cara de triunfo. Subíamos las escaleras, muertos de la risa. Hasta que nos cacharon con las manos en la masa, mejor dicho, con la biblia en las manos. Nos sartenearon como 30 min por Herejes. – “La biblia no es para eso” sentencio mi Abue. Pero fuimos sarteneados más que nada por no respetar las creencias de estos individuos que estaban empeñados a convencernos de su unirnos a su culto. – Eso no se hace, cada quien puede creer en lo que le dé la gana.

– ¡Pero la culpa de nuestra Herejía la tenía mi abuelita! Obviamente no le íbamos a decir eso, porque nos hubiera tocado un cucharazo.

Desde muy pequeños mi Abue nos leía libros de cuentos y de mitología, tuvimos muchos libros; hasta una enciclopedia para niños. Nos dejaba ver películas de terror, además, le encantaba contarnos cuentos de miedo y no se perdía la telenovela de las nueve.  Con la advertencia de que “solo eran cuentos nada de lo que salía en la tele era verdad, excepto las noticias de Jacobo y los documentales”. En cuanto a los cuentos, las leyendas y la mitología la misma advertencia los acompañaba.

Entonces, ¿Cómo íbamos a creer en la mitología que plantea la religión católica? Sí, en la biblia no había un solo historiador citado y cada evangelio lo cuenta una persona diferente de forma “rarita”. ¿Como vamos a creer en cualquier religión, si todas tiene inconsistencias? Sin mencionar que la historia no las respalda. Al contrario.

A nosotros nos gustan los hechos “comprobables”, la ciencia de tras de cada cosa, amamos los hechos y leemos los manuales.  

De niños las respuestas estaban en la enciclopedia, la única fuente confiable. – Nos gustaban las referencias confiables. Einstein, Da Vinci y Newton eran héroes para mi hermano.

Hoy en día, ya no soy tan estricta.  Me encantan las novelas históricas, son como telenovelas pero que de verdad sucedieron (bueno más o menos). El drama de los Borgia, las intrigas de Cleopatra y de la historia de Napoleón y Josefina (la primea toxica documentada), son la neta del planeta. Todas estas historias son mejor que cualquier telenovela que Televisa o TV Azteca pudo haberse inventado.

Miren que sé de lo que hablo por años me toco refilarme la novela de las nueve acostada en las piernas de mi Abue; que me hacía piojito aguantándose las preguntas sobre la trama.

Mi Abue solía levantarse al final de cada capítulo diciendo:

“Nadie es tan estúpido para no darse cuenta” o “¿Por qué es tan bruta” y otras frases refiriéndose a la buena de la telenovela?

a lo que yo le contestaba:

“Sí se diera cuenta, la novela duraría dos capítulos” a lo que ella asentía.

Pese a la complicidad que siempre tuvimos con mi Abue.  La gota que derramo el vaso; en el tema religioso, llego el día que llevamos un papelito a la casa, que le presentamos con cara de picaros.

El papelito era una “cedula” que decía “En esta casa somos JEDIS creemos en la fuerza y no cederemos al lado obscuro” con dibujito de YODA y el mismo tipo de letra que las películas.

Par de Herejes, nos espetó en la cara.

Acto seguido se metió en la cocina. Creímos que iba a sacar la cuchara y nos íbamos a tener que refilar otro regaño, pero no. Ella había visto las películas con nosotros, más de una vez. Así que en mi opinión el que creyéramos en algo “la fuerza” era mejor que no creer en nada.

  • Creo que ese día mi abuelita por fin tiro la toalla. ¡Sus nietos eran unos Herejes sin remedio! Que al menos la acompañaban a la iglesia el día de las plantitas y eso fue suficiente para ella.

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Su formación profesional es en el área de las ciencias para la salud. Con 4 décadas de vida es una ciudadana más del planeta, irreverente, sin filtro boca cerebro y opinóloga profesional. Que nos comparte sus ideas.

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